miércoles, 24 de enero de 2018

ADIÓS, URSULA. GRACIAS POR TODO...

Hoy se nos fue Ursula Le Guin. Esta es la postal que esperaba nunca escribir. Por alguna razón siempre asumí que ella iba a seguir mucho después que yo desapareciera de la faz de la tierra. Una verdadera gigante de cuya perdida el mundo nunca se va a recuperar. Ursula Le Guin era tan buena escritora, de hecho, que los críticos literarios constantemente se la querían llevar al otro lado de la librería, fuera de los barrios bajos y malolientes de la ciencia ficción y la literatura fantástica en general. Le Guin siempre se negó y, por el contrario, se jactaba de ser escritora de ciencia ficción con quien estuviera dispuesta a escucharla. Cuando el recién ganador del Nobel, Kazuo Ishiguro, mencionó que le preocupaba mucho que sus lectores fueran a malinterpretar los ogros y hadas y dragones de su libro THE BURIED GIANT y “lo fueran a confundir con un escritor de fantasía”, Le Guin se ofendió tanto que desempolvó su blog y le preguntó en público “¿qué tiene de malo ser confundido con un escritor de fantasía?” Así era Ursula.


No pienso hacer un recuento de su estelar trayectoria, o su envidiable lista de obras. Sin duda, recuentos de ese tipo van a abundar en los días siguientes. En estas fechas aciagas les van a hablar mucho sobre THE DISPOSSESSED o THE LEFT HAND OF DARKNESS (y con buena razón, claro), pero a mí… a mí me gustaría agarrar esta oportunidad para mencionarles un par de libros de ella no tan conocidos. MALAFRENA es de hecho una de las primeras novelas que Le Guin escribió, en los años 50s, pero que solo logró publicar cuando ya era famosa, hasta 1979. Simplemente el mercado no existía para semejante libro. Ni fantasía ni realismo, la novela nos transporta a una Europa de la imaginación, una Europa que nunca existió. Como Le Guin recuerda, “mis lecturas de joven me inclinaban a escribir sobre Europa, pero era absurdo escribir sobre un lugar al que nunca había ido. Así que decidí escribir sobre una parte de Europa a la que nadie más ha ido.”


MALAFRENA ocurre en el ficticio país de Orsinia, anidado entre Polonia, la antigua Checoslovaquia y Rumania, a principios del siglo XIX cuando es gobernada por los Habsburgo y el imperio austriaco, y narra las desaventuras de un grupo de jóvenes idealistas, como solo los jóvenes pueden ser, que crecieron en la década de 1820 y se ilusionaron con los vientos revolucionarios que acabaron en nada en 1830. Es sobre jóvenes que nunca existieron y que se atrevieron a enamorarse en medio de una vorágine política. Como reza la contraportada: “Malafrena is not a real place. Itale never dreamed of love, nor Piera of him. Estenskar did not live, only his poems. Only the dreams themselves are real, only their youth…”


MALAFRENA es una de las novelas más bellas que Le Guin escribió y no merece ser olvidada. Pero Le Guin no había terminado con Orsinia. Una de sus mejores colecciones de relatos, lo cual ya es decir muchísimo, es precisamente ORSINIAN TALES. Los once relatos incluidos aquí, historias breves e intimas, autobiográficas y personales, van desde el siglo XII hasta el momento en que Orsinia es absorbida por el bloque soviético poco después de la segunda guerra mundial y hasta la caída del comunismo a fines del siglo anterior. Una reconstrucción histórica meticulosamente detallada que me recuerda los cuentos de Avram Davidson y sus fantasticas aventuras del Dr. Engelbert Eszterhazy, o las novelas de Moorcock sobre el principado apócrifo de Waldenstein y su capital de Mirenburg.



Por desgracia, ambos libros son algo difíciles de conseguir hoy en día (o por lo menos no muy baratos), pero hace tan solo un año la venerable Library of America (ya saben, una editorial que solo publica a verdaderos escritores y no a los malandrines de la ciencia ficción y la literatura fantástica) publicó el primero de una serie de volúmenes gruesos dedicados a la obra de Le Guin. De alguna manera Le Guin los convenció de no iniciar la colección con sus novelas famosas, algo que habría garantizado mejores ventas, sino con dos libros relativamente desconocidos… así es: MALAFRENA y ORSINIAN TALES (más un par de relatos recientes y un par de canciones que jamás habían visto la luz del sol), demostrando el cariño que les tenía y su esperanza de que nuevas generaciones los redescubrieran. 

Me parece que la mejor manera de celebrar a un autor tan querido es volver a leer sus obras que más nos afectaron, y mientras otros con toda seguridad van a regresar a Gehen, o Anarres y Urras, o a Terramar, yo pienso usar esta semana para volver a familiarizarme con los callejones y avenidas de Krasnoy, capital de Orsinia, sus valles y ríos y montañas.

Adiós, Ursula, y gracias por todos los recuerdos…