lunes, 21 de agosto de 2017

EL ALDISS QUE EL TIEMPO OLVIDÓ

El viernes alguien mencionó en Twitter que era el cumpleaños 92 de Brian Aldiss. Cuando regresé horas después vi que nadie había contestado (o siquiera puesto un corazoncito). Lo que en alguna época no tan lejana habría sido la excusa perfecta para platicar y recordar algunos de los libros de ciencia-ficción más originales, más distintos, jamás escritos, hoy en día solo pasa desapercibido. Lo encontré vagamente triste. Los lectores actuales, víctimas de la tiranía de lo novedoso, se saben de memoria toda la obra del autor de moda, que seguro asiste a todas las convenciones y es muy simpático, pero parecería que en su vida se han molestado en abrir un libro de Aldiss. Hoy lunes me enteré al despertarme que Aldiss había fallecido el sábado.


Brian Aldiss es mejor conocido como uno de los escritores de la New Wave británica de los 60s que intentó romper los anticuados límites de la CF tradicional (lo cual es muy válido, ya que se podría argumentar que después de Ballard y Moorcock fue el autor más importante del movimiento), pero la realidad es que Aldiss ya era un escritor reconocido desde antes. Esto es notable por varias razones. La New Wave, con su actitud irreverente e iconoclasta, es naturalmente asociada con jóvenes rebeldes, inconformes con el sistema. Que alguien de edad más avanzada (Aldiss ya tenía más de 40 cuando explotó la New Wave) y de estilo ya definido, fuera capaz de convertirse en uno de sus representantes más distinguidos habla mucho del talento casi camaleónico de Aldiss. Un escritor tan cómodo dentro de los confines más convencionales de la literatura de HG Wells, como lo demuestra su famosa novela corta “The Saliva Tree”, como con la CF más experimental en obras como su THE EIGHTY-MINUTE HOUR.

Aun sus relatos cortos anteriores a la New Wave ya revelaban una extraña imaginación, cuentos como “A Man in his Time”, donde el protagonista llamado Westermark regresa de Marte y vive ahora tres minutos en el futuro. La gente lo escucha responder a preguntas que todavía no hacen, y lo ven reaccionar a eventos que todavía no suceden. Esos simples tres minutos lo separan para siempre de su familia y el resto de la humanidad. Está atrapado en su soledad. Y sin embargo, como personaje Ballardiano, parte de él disfruta esta separación, esta libertad del universo.


En efecto, antes de la New Wave, Aldiss ya había escrito un puñado de novelas de CF, todas de altísima calidad literaria pero de corte mucho más tradicional, como NON-STOP (famosamente Aldiss dijo que “Universe” de Heinlein era una gran idea mal ejecutada, así que decidió rescribirlo) o GREYBEARD, donde la humanidad ha sido azotada por una epidemia de infertilidad y por décadas ningún niño ha nacido (las más famosas CHILDREN OF MEN y hasta THE HANDMAID’S TALE le deben mucho a Aldiss) y el protagonista del título, un anciano de más de 50 años, es uno de los hombres más jóvenes del mundo. Nadie menciona su estructura, que Iain Banks luego copiaría en USE OF WEAPONS casi 25 años después. Un primer aviso de lo que Aldiss era de verdad capaz de hacer fue HOTHOUSE, donde la Tierra ha dejado de girar alrededor de nuestro hinchado sol en el futuro remoto y un colosal árbol baniano cubre la superficie del lado que ve al sol. Inmensas telarañas enlazan a la Tierra con la Luna, una imagen inolvidable para un servidor que la leyó de niño, y es a través de las mismas que los personajes pueden viajar entre ambos mundos. En resumen, una obra extravagante de imaginación casi desquiciada. James Blish la llamó “utter nonsense” y atacó su falta de rigor científico, quizá no entendiendo el punto y ciertamente demostrando que Aldiss, como Westermark, estaba adelantado a su tiempo.

No fue sino hasta que Aldiss escribió novelas tan bizarras como BAREFOOT IN THE HEAD y la absurda REPORT ON PROBABILITY A, que los jóvenes inconformes de la New Wave descubrieron que uno de sus mejores escritores era ese viejito trajeado de Norfolk.


La psicodélica BAREFOOT IN THE HEAD demuestra el amor por el lenguaje que tiene Aldiss. Cuando se desata una guerra en la Europa del futuro cercano, no es librada con armas nucleares (como tanto se temía en esa década) sino con bombas de LSD. El resultado de las “Acid Head Wars” es un continente donde el lenguaje, y la realidad, se distorsiona según la perspectiva de cada personaje. Una verdadera verborragia tan elaborada y enmarañada como las junglas de HOTHOUSE se desata sobre el lector desprevenido. Un aluvión de palabras y neologismos dignos de Joyce en sus mejores (o peores) excesos de FINNEGANS WAKE: “Europlexion and the explesion of conventional time the time by which predecyclic man imposed himself against nature by armed marching cross-wise to conceal body-mind apart hide disillusion.” No es inglés, no exactamente, pero cada palabra tiene un claro significado. Aldiss se deleitaba en estas ingeniosas yuxtaposiciones como un niño jugando con juguetes nuevos. Charteris, el protagonista mesiánico que se hace paso a través de este continente malviajado intentando regresar a Inglaterra, es otro personaje que nunca he olvidado.


REPORT ON PROBABILITY A es, si acaso, todavía más alucinante (aunque de lectura menos ágil). Casi una Nouveau Roman de Robbe-Grillett. Tomando como punto de inicio ese corolario de Heisenberg de que el acto de observar altera al fenómeno observado, un agente espía a una familia perfectamente ordinaria, anotando cada detalle, no importa qué tan trivial e irrelevante, en exhaustivo detalle. A su vez este espía es espiado por otro agente que compone su propio reporte y a su vez todos son espiados por un tercer agente. Todos ellos son espiados en secreto por una pareja de seres extradimensionales, que a su vez son espiados por otro mundo, y así sucesivamente. Le toca al lector intentar descifrar la razón de todo esto, intentar vislumbrar algún asomo de posible trama, y lo que de verdad está ocurriendo. Nadie escribe libros así, nadie está dispuesto a experimentar a tal grado con toda una novela. Un cuentito quizá, pero no un libro. Aun en los 60s, mucha gente la odió, llamándola una “antinovela” (que si me preguntan a mí se oye muy padre, yo quiero escribir una algún día), pero Aldiss ni se inmutó y continuó con su camino. No le importaba ir a convenciones o ser popular. Todo lo contrario. En otras palabras, un verdadero escritor. 


En los 70s, Aldiss escribió desde fantasías muy elaboradas, pero de corte más lineal, como la entretenida THE MALACIA TAPESTRY, a libros más experimentales como la ya mencionada THE EIGHTY-MINUTE HOUR, una excéntrica space opera donde los personajes cantan, o inclusive novelas extrañas que ni siquiera pretendían ser ciencia-ficción, como la perturbadora BROTHERS OF THE HEAD, sobre una banda de rock formada por dos gemelos siameses jamás separados, y sobre la tercera cabeza que crece entre ambos… En los 80s publicó su monumental trilogía de Helliconia, de imponente ambición y que narra nada menos que el ascenso y caída de toda una civilización a lo largo de más de mil años y sus cuatro estaciones que duran cada una siglos (George RR Martin también le debe una deuda a Aldiss) en HELLICONIA SPRING (1982), HELLICONIA SUMMER (1983) y HELLICONIA WINTER (1985). Y así sucesivamente, pasaban los años y seguían saliendo nuevos libros del señor. Aldiss se mantuvo activo hasta el final como si fuera un chavo de 60 años y no uno de 90. Háganse un favor y la próxima vez que escuchen su nombre busquen alguno de sus libros. Les aseguro que no se van a arrepentir. Descanse en paz, maestro. Buen viaje...

martes, 1 de agosto de 2017

LA LAVANDERÍA HA LLEGADO!

La última semana he visto a todos mis amigos de España muy entusiasmados por la publicación de la traducción al castellano de THE ATROCITY ARCHIVES de Charles Stross. Los veo platicando del libro en blogs y redes sociales y podcasts (ahh, qué envidia del fandom de ciencia-ficción en España), así que decidí que era la oportunidad perfecta para volverlo a leer. Mi razón, debo confesar, era en parte egoísta, ya que yo deseaba unirme a la conversación. Por desgracia, yo leí el libro hace más de 10 años, y si bien me acuerdo de lo que ocurre, la verdad la mayoría de los detalles se me escapaban. Esta era la única manera de participar y poder decir algo relevante. Por supuesto, hay peores maneras de pasar un par de noches que releyendo un libro tan entretenido. 


Siempre es agradable ver cuando nuevas editoriales dedicadas a la literatura fantástica en español aparecen (aunque sea en otros países) e Insólita Editorial apuesta en este libro como su primera publicación. En mi opinión, es una inversión más que inteligente. Quizá el libro más accesible de Stross, que nunca se ha caracterizado por eso, esto se refleja por su éxito comercial en Estados Unidos (es su libro que más secuelas ha generado), y creo que es ideal para el lector nuevo. A mí me gusta mucho el segundo libro de la serie, THE JENNIFER MORGUE, pero por desgracia todavía no ha sido traducido al español. Sin embargo, EL ARCHIVO DE ATROCIDADES está teniendo tanto éxito en España que quiero pensar que es solo cuestión de tiempo.



THE ATROCITY ARCHIVES, en el improbable caso que no lo conozcan, es el primer libro de la larga serie sobre la “Lavandería”, una misteriosa organización gubernamental británica que nos protege de horrores cósmicos. La genialidad de Stross, por supuesto, fue la de mezclar a Lovecraft con los thrillers baratos de la Guerra Fría. No los glamorosos agentes secretos de Ian Fleming, sino los desdichados burócratas de las novelas de Len Deighton y John le Carré, más preocupados por reuniones administrativas de recortes de presupuesto que por bellas asesinas rusas de la KGB. En otras palabras, no las películas de Daniel Craig en su Aston-Martin del año, sino las de Michael Caine en sus trajes baratos de poliéster y anteojos del Seguro Social británico. Digamos THE IPCRESS FILE en vez de MOONRAKER. Técnicamente, hay que aclarar que fue el brillante Bruce Sterling el que lo hizo primero (en su relato corto “The Unthinkable” hace casi 30 años), pero fue Stross el que decidió desarrollar la premisa y hacer algo con ella. El mismo Stross escribió un cuento llamado “A Colder War” allá en 1997 con una premisa muy similar. Irónicamente, este relato no es parte del universo de la Lavandería. Explicar por qué sería un spoiler de mi parte, así que mejor léanlo ustedes mismos. Lo pueden encontrar en WIRELESS, la colección de ficción corta de Stross, o en el volumen 18 de THE YEAR’S BEST SCIENCE FICTION de Dozois.


El libro THE ATROCITY ARCHIVES, nótese que nunca la describí como novela, en realidad está compuesto de varias partes. La primera es la novela corta “The Atrocity Archive” (así, en singular) que sirve como Historia Secreta de este universo que Stross nos plantea. Un hibrido de historia real con detalles imaginarios. (Las novelas de Tim Powers, como DECLARE, con la que el libro de Stross tiene más de una similitud accidental, son quizá el ejemplo más conocido). Es aquí donde descubrimos que el Holocausto tuvo una razón de ser aparte del exterminio masivo de los judíos, así como el verdadero papel de Turing en la guerra y el significado oculto del trabajo de Hilbert en las matemáticas. Stross aprovecha la existencia de verdaderas agencias gubernamentales dedicadas a lo oculto y lo sobrenatural en nuestro mundo. Grupos como la infame Black Chamber de los gringos, o la Thule Society (luego Ahnenerbe), recordada por todos los lectores de HELLBOY. Los monstruos Lovecraftianos son descritos aquí mediante geometrías fractales y Conjuntos de Mandelbrot en vez de con verborreas de adjetivos, pero no hay confusión al respecto.

El libro, igual que su edición original en inglés, además incluye la novela corta “The Concrete Jungle”, que de hecho hasta ganó el Hugo en 2005 y es una de las obras más cómicas que Stross ha escrito. Lo que me lleva a mi siguiente punto. Veo a muchos recomendando este libro a los fans tradicionales de Lovecraft. No estoy convencido que esto sea una buena idea. Para los lectores puristas de HPL, a veces tan intolerantes como el Trekkie más extremista, y que esperan horror y una atmosfera de desasosiego y casi de angustia sin esperanza de principio a fin, aquí no necesariamente van a encontrar eso. Stross escribe con un humor irónico, casi cruel. Los libros y relatos de esta serie pretenden ser un divertido homenaje, una sátira y no pastiches Lovecraftianos. A mí me encanta este juego casi posmoderno de viejos clichés, pero quizá a otros no tanto. Caveat emptor…

El libro cierra con un pequeño ensayo, “Inside the Fear Factory”, donde Stross explica los orígenes de la serie. Detalle chistoso, o quizá no tanto, y que nos indica lo mucho que mezcla el autor el mundo real con el fantástico, cuando empezó a escribir estas historias, allá por 1999, Stross planeaba utilizar a un grupo poco conocido (entonces) llamado al-Qaeda, y a un tal Osama bin Laden, como los villanos principales. Después del desastre de 9-11, tuvo que cambiar esa idea.