Recuerdo
con mucha claridad cuando me entere hace como 25 años que una editorial se iba
a animar a publicar todos los cuentos de Robert Silverberg, uno de mis
escritores favoritos, en una serie de volúmenes gruesos. Supuestamente, los
librotes iban a salir uno por año durante la siguiente década. Con mucha
ilusión compré el primer volumen, SECRET
SHARERS, lo devoré de principio a fin en un fin de semana frenético, y me
senté a esperar el siguiente volumen. Y esperé, y esperé. El segundo libro
nunca salió. (Bueno, muchos años después me enteré que en Inglaterra publicaron
un segundo volumen en una edición limitada, pero en aquellos días prehistóricos
anteriores al internet uno no se enteraba tan fácil de este tipo de cosas y
conseguirlas era todavía más difícil. En todo caso los demás volúmenes que
prometieron jamás aparecieron)
Hubo
varias razones para que este proyecto no se pudiera llevar a cabo, una de las
cuales era la imposibilidad del
mismo. Una serie de libros coleccionando los mejores cuentos de Silverberg ya sería muy ambiciosa. Una que
pretenda juntar todos los relatos que
ha escrito es absurda. Recordemos que Silverberg empezó a escribir en una
década donde el mercado de las revistas de CF no era el que conocemos hoy en
día, sino donde más de una docena de
revistas, entre profesionales y semi-profesionales, competían por la atención
de los lectores. A las revistas les urgían cuentos y más cuentos con los que poder
llenar sus páginas, y jóvenes como Silverberg, emulando a los autores pulp de
los 30s, estaban más que dispuestos a satisfacer esta demanda. Tan solo en 1957
Silverberg publicó más de 100 cuentos (en 1956 fueron más de 60, mientras que
en 1958 fueron más de 80), y ni mencionemos los que escribió pero no pudo
vender. Silverberg era una fábrica de ficción, escribiendo en promedio un
millón de palabras al año (alrededor de 3 mil páginas). Aun cuando las revistas
a duras penas pagaban un centavo por palabra, el señor era capaz de pagar la
renta y vivir bien solo con escribir (desgraciadamente esos días ya no
existen). Hay que aclarar que la mayoría de estos cuentos… no eran muy buenos,
que digamos. Silverberg mostraba cierta ambición y talento literario, pero en
realidad lo que quería era pagar las cuentas. No sería sino hasta que el boom
de las revistas se desplomó algunos años después que esto cambiaria.
Todo esto a manera de torpe introducción al punto de esta postal, ya que recientemente descubrí, casi por accidente, que hace un par de años Subterranean Press había reiniciado el noble proyecto de juntar la ficción corta de Silverberg en una serie de libros, y a diferencia del anterior intento han logrado avanzar bastante en muy poco tiempo, con ocho volúmenes ya publicados y el siguiente a punto de salir en un par de semanas. De nuevo, no pretende ser una colección total de sus cuentos, pero tampoco se limita a publicar solo sus relatos mejor conocidos, quedándose en un término medio que resulta muy satisfactorio. Por el momento voy por el segundo volumen, TO THE DARK STAR, que en mi opinión es donde en serio comienzan los fuegos artificiales.
Este volumen cubre los años de 1962 a 1969, un periodo donde Silverberg además de escribir novelas tan revolucionarias como THORNS, DOWNWARD TO THE EARTH (su primera novela que leí, gracias a Martínez Roca, como REGRESO A BELZAGOR), THE MAN IN THE MAZE, NIGHTWINGS, UP THE LINE, THE MASKS OF TIME, THE GATE OF WORLDS, etc, etc, se tomó el tiempo para escribir varios cuentos cortos tan experimentales y novedosos a su manera como sus novelas. Este era un Robert Silverberg renacido de sus cenizas como un fénix, que ya no escribía para pagar la renta sino para crear arte. En vez de un centenar de cuentos basura ahora enfocaba sus esfuerzos en una docena al año apenas.
TO THE DARK STAR incluye
pequeñas joyas como “To See the Invisible Man”, quizá el primer gran relato que
Silverberg escribió, que sale de una línea perdida de “La lotería de Babilonia”
de Borges, donde un hombre es sentenciado a la invisibilidad debido a su falta
de empatía y compasión humana. No lo vuelven
invisible, sino que toda la gente a su alrededor debe pretender que no lo ven.
Por supuesto, el desgraciado empieza a abusar de su condición. Se mete a los
vestidores de mujer para verlas sin ropa, roba cosas, etc. Sin embargo, poco a
poco se da cuenta de la terrible soledad a la que lo han condenado. De niño me
encantaba este cuento. Incluye también la perturbadora “Flies”, que apareció en
la DANGEROUS VISIONS de Ellison,
donde un hombre perdido en el espacio es rescatado por alienígenas que lo
“curan” y lo mandan de vuelta a casa, con resultados catastróficos. Un destino
similar le esperaría al protagonista de la maravillosa THE MAN IN THE MAZE, por supuesto. Otra de mis favoritas es “Ishmael
in Love” sobre un delfín que se ha enamorado de una humana y narra su historia
a una computadora, intentado seducirla.
Encontraran además la clásica “Passengers”, ganadora del Nebula en 1969 (fue finalista del Hugo también) sobre un futuro donde alienígenas invisibles se posesionan de los cuerpos de humanos durante un par de horas. Esto ocurre sin ton ni son. Las posesiones son impredecibles. El propósito de los alienígenas jamás es explicado. Durante una de estas posesiones el protagonista tiene sexo con otra mujer, también víctima de una posesión por pura casualidad. En este mundo la gente tiende a evitar las relaciones (pues uno puede ser poseído en cualquier momento) pero al encontrarse a la mujer después de recuperar la consciencia intenta hablar con ella. El final es agridulce como pocos. Viene también la novela corta “Hawksbill Station” donde prisioneros políticos son enviados al pasado (a la era precámbrica) y que Silverberg convertiría en una novela posteriormente. Por razones obvias la novela es la versión más famosa y me da mucho gusto que esta versión menos conocida vuelva a estar al alcance de todo mundo porque, según yo, es superior a la novela. (Finalista al Nebula a Mejor Novela Corta de 1967, por cierto)
Y más, mucho más. “The Pain Peddlers” que en cierta forma prefigura las pesadillas de THORNS (y “Flies” también). “The Sixth Palace”, una emocionante aventura donde un buscador de tesoros debe enfrentar a un robot invencible y sus preguntas Zen, una interpretación futurista del mito de Edipo y la Esfinge. El monumental “Sundance” que es por mucho el relato más experimental de toda la colección, una historia sobre genocidio y la culpa de los sobrevivientes que cambia de tercera a primera persona, y hasta a segunda persona ocasionalmente. A mucha gente se les hace un cuento demasiado complejo y complicado. A mí siempre me gustó. El tipo de relatos que yo quería escribir de niño. Nunca olvidaran a Tom Two Ribbons…
Háganse
un favor y empiecen a comprar los libros de esta serie.
POSDATA:
Por
cierto, con todo esto no les quiero hacer creer que los relatos en el primer
volumen de esta serie, TO BE CONTINUED,
son malos. Por el contrario, el librote incluye varios cuentitos que valen la
pena, por ejemplo, “Ozymandias”. Por alguna razón no incluye uno de mis favoritos de niño, “The Chosen People”, sobre
unos extraterrestres explotados por los humanos y basado en el Exodo de los
israelitas, o sus secuelas “The Promised Land” o “All the King’s Horses”. (Que
lastima que Silverberg nunca se molestó en acabar la serie). Otra ausencia
importante, en mi opinión, es “Chalice of Death” sobre el redescubrimiento de
la Tierra miles de años después de que su imperio se había esparcido por todo
el universo y el cumplimiento de una antigua profecía. Recuerdo que la
continuación “Earth Shall Live Again!” es muy buena. A la mejor ninguno de
estos era una obra maestra de la literatura pero a mí me fascinaban de niño!
Yo tambien lei "Regreso a Belzagor" gracias a Martinez Roca. (Creo que el del hombre invisible que mencionas tambien lo publicaron ellos)
ResponderEliminarFue en una antología que se llama LA OTRA SOMBRA DE LA TIERRA, también de la colección Super-Ficción.
EliminarQue chida esta la portada de "Thorns"!
ResponderEliminarOh sí.
EliminarNo tiene absolutamente NADA que ver con la historia, pero a mí también me encanta desde siempre.
Qué tal, Armando, te escribo por aquí para hacerte una pregunta, hay un cuento que recuerdo haber leído pero no sé si es de Robert Silverberg o de Robert Heinlein, acerca de un hombre que recibe una visita de él mismo del futuro, y luego él hace lo mismo para visitarse en el pasado, y se hace un lío tremendo... Si la reconoces por favor dime, gracias.
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