Cuando
platiqué sobre CENTRAL STATION de
Lavie Tidhar el mes pasado me atreví a decir que iba a ser muy posiblemente la mejor novela de CF del
año. A pesar de que era apenas Junio vi difícil que llegara alguna otra igual de buena. Ya
me había advertido mi amigo Elías Combarro, sin embargo, sobre la existencia de
otro libro que quizá tendría algo que decir al respecto. Como mi amigo vive
enchufado en una realidad virtual que le permite leer libros día y noche sin
descanso pues le hice caso y, a pesar que la novela nunca bajó lo suficiente de
precio en Amazon, compré TOO LIKE THE
LIGHTNING de Ada Palmer, una autora cuyo nombre me era por completo desconocido. Diez días después (la lectura es densa aunque de alguna manera nunca
lo parece), creo que sigo anonadado. Mareado seria la palabra correcta. Honestamente
no recuerdo una primera novela de esta envergadura. Quizá THE GOLDEN AGE de John C. Wright hace 15 años, pero aun esa se
quedaba corta en términos de ambición comparada con esta. Bester es el otro
nombre que me llega a la cabeza, mientras intento desesperadamente encontrar un
precedente. Este monstruo parece escrito por un veterano de veinte años de
carrera y en la cumbre de sus poderes creativos. La obra de un Gene Wolfe
después de haberse enclaustrado un par de años quizá. De hecho, quiero pensar
que el blog se creó específicamente para este tipo de libros, que me
entusiasman tanto pero que por alguna razón no son del todo conocidos. (Busquen
reseñas de TOO LIKE THE LIGHTNING y
van a encontrar tan solo un manojo, y ninguna de los sospechosos comunes. Por
alguna razón no le están haciendo mucha promoción a este libro)
Lo
primero que debo decir es que no es para todo mundo, algo que a la mejor le va
a perjudicar a la hora de los premios. Desde el principio la autora nos avienta
al lado profundo de la piscina (es más, nos arroja a la parte sin fondo) donde
debemos aprender a nadar, y muy rápido, o ahogarnos. Lo que Palmer ha
construido aquí es un futuro totalmente alieno para un lector de principios del
siglo XXI, de la misma manera que nuestro presente de cazadores de Pokemon Go
seria por completo incomprensible para alguien del siglo XV. Es decir, no un
“futuro” con meros cambios cosméticos (a la STAR
TREK) o de costumbres reconocibles pero exageradas hasta el punto de la
caricatura. Eso podría entenderse de la misma manera que Swift lo era para sus
lectores del siglo XVIII. Esto es un futuro que raya en lo incognoscible y
Palmer jamás quita el pie del acelerador. Más de una persona ha resaltado el
hecho que Palmer es graduada con doctorado de Harvard. Quizá es porque yo soy
economista pero a mí me impresionó más que dé clases de historia en la
Universidad de Chicago, y esto se refleja desde la primera página. Novela
erudita, culta (en México la habrían rechazado desde el principio), empapada de
historia, no solo los detalles de los siguientes cinco siglos sino de los
anteriores al nuestro. Novela de ciencia-ficción política, pero también
filosófica. Escrita además con un estilo arcaico, que muy intencionalmente
recuerda al de la literatura de la Ilustración, de las ideas del siglo XVIII,
el Siglo de las Luces y su santo patrono Voltaire (los lectores más agiles
reconocerán que la manera en que el protagonista narra la historia le debe más
de una deuda a CANDIDE) de la misma
manera que THE DIAMOND AGE pretendía
evocar una época anterior solo que en el futuro.
Agarro
una frase (completamente) al azar para ilustrar mi punto:
As a slave-convict I might have added my sweat-drenched kilometer to the
railroads that saddled the great continents, my heaven-bound cable to the first
Space Elevator, or sweated on the rigging of the Santa Maria as she erased the
dragons at the world’s end and knit the whole sphere closed.
Lectores
habituales del blog ya saben que no soy mucho de andar citando las obras que
leo (de hecho creo que es la primera vez que lo hago) pero es que aun tomada
fuera de contexto encuentro esta frase bellísima, y así es todo el libro.
La
novela consiste en la crónica de una semana épica del siglo XXV preparada para
futuros lectores de siglos aún más distantes. Siete días que literalmente
cambian la historia de la humanidad. Una crónica escrita por nuestro principal
protagonista Mycroft Canner, que constantemente interrumpe su propia narración
para dirigirse al lector. Canner es un esclavo, pero un esclavo como los que
describía Tomas Moro: alguien que ha cometido un crimen y, en vez de ir a
prisión donde no contribuye nada a la sociedad sino todo lo contrario, debe
pagar su deuda sirviendo a varios amos sin remuneración alguna. (Palmer se toma
su tiempo para revelar la identidad de Canner. Por desgracia la solapa de la
cubierta ya revela demasiado antes de iniciar la lectura. Quizá el único
defecto físico de un producto bastante cuidado en cada detalle). Resulta que
Mycroft es más de lo que aparenta, y es un esclavo que sirve y conoce bien a
todas y cada una de las figuras más importantes de este siglo futuro. Cada
capítulo nos presenta a nuevos personajes en distintas partes del mundo lo que
convenientemente nos permite conocer todos los aspectos de este universo. Al
principio este truco parece ingenioso aunque quizá demasiado conveniente… hasta que averiguamos quién es Mycroft
Canner en realidad.
Este
es un mundo donde la tecnología ha hecho que viajar alrededor del mundo sea
asunto de una hora o menos por lo que las naciones como las conocemos han
desaparecido (algo común en el género) pero además también las corporaciones
multinacionales (algo no muy común para nada en nuestro genero hoy en día). En
este mundo futuro las personas se juntan por intereses comunes, no por errores
de geografía (siempre he pensado que no hay nada más absurdo que sentir lealtad
por el lugar donde naciste). Desde las grandes agrupaciones de millones de
personas hasta una unidad familiar, todo es por amistades con intereses
similares no por atracción sexual (que como todos sabemos es una muy pobre base
para intentar construir una relación por el resto de tu vida). Un mundo donde
los pronombres personales carecen de sentido, pero con un propósito diferente a
los de una novela de Le Guin, por ejemplo. (O Delany, si vamos al caso más
extremo pero menos conocido). Todos son “ellos”, they o them, aunque la
autora ocasionalmente decide usar arcaísmos como “él” y “ella” por razones
varias, lo cual no aminora la complicación ya que en más de una ocasión usa un
“él” para alguien que resulta mujer y viceversa. Igual que Monsieur le docteur Ralph en CANDIDE,
Mycroft Canner es un narrador que le gusta jugar con las expectativas de sus
lectores. Para ser una novela de ciencia-ficción tan visionaria en realidad no
hay tantos adelantos tecnológicos. Lo del transporte casi instantáneo jamás se
explica, por ejemplo. (Aunque los mentados coches voladores son fundamentales
para la trama). Detalles como las habilidades del niño Bridger además
parecerían inclinar la novela ligeramente al reino de la fantasía. A pesar de esto no dudaría ni un momento en etiquetarla como novela de ciencia-ficción, si eso les preocupa, y en todo caso a veces las etiquetas se vuelven estorbosas. Es una gran novela, punto.
Si
acaso mi única queja seria el abrupto final. Resulta que TOO LIKE THE LIGHTNING es tan solo la primera mitad de la historia.
Mi amigo Elías menciona que mientras la siguiente novela sea igual de buena, a
él no le importa esto. Yo compartiría esa opinión, a pesar de mi desagrado por
las series, si hubiera sido una historia auto-conclusiva. Este mundo se presta
para otras tres novelas, ¡diez, si quieren! Pero con final, señores. Habiendo
dicho todo esto, no hay duda que pienso comprar la segunda parte que sale este
mismo fin de año. Mi mayor posible recomendación.
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