Es
curioso que Kim Stanley Robinson se haya convertido en un autor tan importante
hasta el punto que las masas lo aclaman como lo “mejor que la ciencia-ficción ofrece”
cuando en realidad hay tantos lectores de CF no tan convencidos. Nuestra relación
amor-odio es casi lo que nos define. Nadie cuestiona su rigor científico, es
solo que sus libros tienden a ser algo… ¿aburridos seria la palabra? En más de
una ocasión he mencionado lo que verdaderamente
pienso sobre su trilogía de Marte de hace 20 años. Por todo esto, cuando por
fin apareció AURORA, la nueva novela
de Robinson, mi plan original fue no comprarla. De plano. Buena suerte, pero hasta aquí llego yo. Lo mismo me sucedió unos días antes
con el nuevo libro de Neal Stephenson (otro escritor que ha logrado trascender
el pequeño gueto de la ciencia-ficción para convertirse NY Times Bestselling Author, como todas sus portadas nos informan). Y
sin embargo varios amigos me decían que no estaba tan mala la nueva de
Robinson. Y recordé lo mucho que disfruté THE
YEARS OF RICE & SALT. Y que 2312,
a pesar de su trama endeble, me había maravillado por sus ideas alucinantes. En
resumen, lo acabé comprando, vaya. Como el buen adicto que soy. ¿El veredicto? Debo
decir que el libro es bueno, mejor que lo que esperaba, pero no es perfecto. Si
alguno de los “vicios” típicos de Robinson les fastidian entonces van acabar odiando
a AURORA.
Paso
por paso. La nueva novela trata sobre una enorme nave generacional en camino a
Tau Ceti. Las naves generacionales, por supuesto, son una de las tradiciones más
añejas y veneradas dentro de la CF. El ejemplo más famoso puede seguir siendo
el original “Universe” de Heinlein (o NON-STOP
de Aldiss, que es básicamente la misma historia, solo que mejor escrita), pero
a través de las décadas parecería que todo escritor de CF intentó alguna vez su
propia contribución. Por lo tanto me parecía difícil ver cómo Robinson podría encontrar
algo nuevo que contar sobre el tema, algo a lo que regresaré luego. Lo primero
que me pilló por sorpresa fue el nombre de la protagonista, Freya, que es el
mismo de la heroína de SATURN’S CHILDREN
de Charles Stross. Por supuesto esto es mera casualidad, pero aun así me
extrañó. Caramba, el nombre de Freya no es tan
común. (En ese mismo renglón, me sorprendió cuando leí sobre los wanderjahrs que los jóvenes en esta nave
generacional celebran recorriendo los diferentes ecosistemas dentro de la Nave.
Esa misma semana, el día anterior inclusive, yo había leído el relato de Paul
McAuley para EDGE OF INFINITY donde
los wanderjahrs son importantes para
la trama). Ese tipo de glitches en la Matrix siempre atraen mi atención.
El
primer capítulo inicia muy bien, y ya desde el título “Starship Girl” me recordó
aquellas novelas Juveniles de Heinlein de los años 50s (lo que ahora llamaríamos
YA). Freya es una jovencita, casi una niña todavía, y ella y sus padres, sobre
todo la madre, sirven como nuestros personajes principales. Es una lástima que,
como de costumbre, Robinson los usa tan solo para soltarnos sus ya
tradicionales infodumps más que para desarrollar verdaderas personalidades. La cosa
mejora, y bastante, en la siguiente sección, cuando la computadora que maneja
los detalles de la Nave se convierte en la narradora de la historia. Quizá he
estado leyendo demasiados relatos de Hannu Rajaniemi y Charles Stross últimamente,
pero tengo que decir que me gustó mucho más esta sección. En todo caso los
mentados infodumps (que nunca paran) se leen más naturales aquí. Quizá Robinson
siempre debería tener a una maquina como protagonista. Así su estilo parecería intencional.
Curiosamente, algunos detalles como el de la vida micro-orgánica en Encélado y
algunas lunas de Júpiter, y la mención sobre la ciudad rodante en Mercurio, nos
dejan claro que la novela ocurre en el mismo universo que 2312. No hemos llegado ni a la mitad del libro cuando nuestros
exploradores concluyen su largo viaje de más de 150 años. Aquí es donde la novela
de Robinson pareciera alejarse de otras del mismo tipo, enfocándose en lo que
ocurre después de que han encontrado la Tierra Prometida.
Esta
nueva sección le da la excusa a Robinson de hacer lo que en verdad le gusta
hacer en todos sus libros: describir el ecosistema de un planeta y lo que hay
que hacer para cuidarlo y prosperar en el mismo. Lo vimos en RED MARS y lo vimos en ANTARCTICA. A pesar que hay momentos en
que todo esto se vuelve ligeramente tedioso debo admitir que es en esta sección
es donde aparecen algunas escenas de verdadero “sense of wonder”, como el momento
del primer eclipse. A partir de aquí ya no puedo revelar mucho, pero digamos
que lo que ocurre a continuación me recordó mucho al METHUSELAH’S CHILDREN de Heinlein (mejor conocido aquí en Latinoamérica
como LAS 100 VIDAS DE LAZARUS LONG),
una novela que definitivamente no era Juvenil. Estos eventos obligan a Robinson a acelerar la narrativa pues los años y las décadas se suceden a
ritmo implacable. Por desgracia esto sacrifica cualquier intento de desarrollar
a los personajes y hasta pareciera que en cada párrafo alguna tragedia les
ocurre a nuestros pobres exploradores, lo cual acaba volviéndose monótono. Todo
este desfile de crisis tras crisis se vuelve tan superficial que aun cuando regresamos a lugares
donde “años antes” ocurrieron terribles desgracias, no sentimos el peso de la
historia en ningún momento. Por si fuera poco, los detalles técnicos (sin ningún
tipo de ancla humana para podernos relacionar) amenazan con abrumar al lector
otra vez. Otra página más dedicada a botánica y agricultura (por un momento pensé
que había agarrado por error THE MARTIAN)
y habría aventado el libro a la basura. Y eso que normalmente yo disfruto de
ese tipo de detalles. Sigo diciendo que si THE
GRACE OF KINGS hubiera incluido una parte sobre topologías excéntricas de
encajes matemáticos de aplicaciones continuas e inyectivas, la novela de Ken
Liu habría resultado perfecta.
Está
bien. No pasa nada. Los mejores amigos muchas veces son frustrantes. Así los
libros. Todo vuelve a mejorar cuando la Nave debe poner a dormir a toda la tripulación,
y nos podemos olvidar de tan aburridos personajes, para convertirse ya no solo
en la narradora sino en la verdadera protagonista de la obra. Es interesante
que sea aquí donde el libro se vuelve genuinamente emocionante y cuando más
momentos de sentido de la maravilla ocurren. Con decirles que si la novela
hubiera terminado ahí, y nos hubiéramos evitado el epilogo, yo habría acabado
satisfecho.
Ahora
que releo mi reseña antes de publicarla me doy cuenta que parece más negativa
de lo que yo pretendía y que no disfruté el libro. Por el contrario, me queda
claro que Robinson ha escrito quizá el libro sobre naves generacionales más
riguroso en la historia. (Si bien no el mejor ni el más divertido *). Estoy seguro
que todos los amantes de la CF Dura lo van a disfrutar. A pesar de ciertos
momentos algo tediosos y repetitivos yo terminé el libro en 4 días. Es decir,
sus casi 500 páginas fluyen con bastante rapidez.
*
El otro día se armó una muy entretenida discusión sobre el tema en Twitter, y
en mi opinión personal, la historia sobre naves generacionales más literaria seria
quizá la tetralogía completa de THE BOOK
OF THE LONG SUN de Gene Wolfe (que ultimadamente es un solo libro dividido
en 4 volúmenes y no lo contrario), mientras que la mejor, mi favorita personal,
sigue siendo el de CAPTIVE UNIVERSE
de Harry Harrison.
"topologías excéntricas de encajes matemáticos de aplicaciones continuas e inyectivas"
ResponderEliminarSi no es Ken Liu, alguien debería escribir esa novela. Lo más cerca que alguien se ha quedado es, posiblemente, Greg Egan en Diaspora con lo del fibrado tangente.
Bueno, las matemáticas de Greg Egan hasta a mí me han dejado viendo doble...
EliminarThe years or rice and salt es el peor bodrio escrito por Robinson en mi humilde opinión, terrible, casi llore sangre mientras la leía. Las demás están pasables, incluyendo esa de Leonardo Da Vinci que ni siquiera recuerdo como se llama, me da buena espina esta de Aurora. Saludos.
ResponderEliminarOjalá te guste, Jaime.
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