Es
fines de julio, o sea que es hora de reseñar a THE YEAR’S BEST SCIENCE FICTION, la antología anual editada por
Gardner Dozois, por quinto año consecutivo. Una bonita tradición (creo que la única) de Postcards from the Edge. Lo bueno de
hacerlo tantas veces es que a estas alturas ya no tengo por qué explicar (otra
vez) la razón por la que, a pesar de la creciente competencia en el mercado de
lo Mejor del Año en el género, la de Dozois sigue siendo la principal. Tan solo
su introducción de casi 30 páginas donde habla sobre las verdades tras
bambalinas del mundo editorial, así como las películas y series de TV del
género, es invaluable año tras año. Su inmenso tamaño (más de 700 páginas
grandes con letra chiquita, ¡más de 300 mil palabras!) siempre le ha permitido
a Dozois ofrecer varias novelas cortas, mientras que la mayoría de las otras
antologías solo pueden escoger una o dos cuando mucho (aunque descubro que este
año ya existe un volumen editado por Paula Guran dedicado exclusivamente a las mejores novelas cortas del año). Curiosamente,
este año Dozois escogió muy pocos relatos de tal extensión y como consecuencia
hay un exceso de relatos cortos, casi 40. Tendría que revisar pero debe ser un
record. Como de costumbre, si por alguna razón no cuentan con su suscripción de
Asimov’s o F&SF, con leer esta antología pueden al menos mantenerse al
corriente con el estado del género. Por desgracia, en mi opinión… no es uno de
sus mejores volúmenes, debo decir.
Hay
un manojo de relatos extraordinarios, como siempre, pero la mayoría me dejaron
una sensación de “está bien” a secas. Cosa rara, varios escritores famosos,
viejos favoritos personales, entregan material bastante olvidable mientras que
perfectos desconocidos ofrecen relatos excelentes. Por ejemplo “The Burial of
Sir John Mawe at Cassini”, el de Chaz Brenchley, del que admito avergonzado jamás
había escuchado, es de los que más disfruté. Una de las ventajas de años
recientes es que casi la mitad de los relatos escogidos vienen de revistas en
línea, o sea que se pueden leer gratis. Aquí les
dejo el link del relato, disponible en la revista Subterranean. Pero vayamos paso por paso. El volumen inicia con Ian
McDonald, escritor de prodigiosas ideas y de un altísimo nivel literario.
Usualmente garantía segura, vaya. “The Fifth Dragon”, sin embargo, que ocurre en
el mismo universo de su ya próxima novela LUNA,
es algo débil en mi opinión. A diferencia de relatos anteriores como “The
Little Goddess” y “The Djinn’s Wife” que no solo funcionaban como teasers para
su monumental RIVER OF GODS, sino
que eran magníficos relatos por sí solos, aquí el trailer me dejó pocas ganas
de buscar la novela. (Aunque ya de antemano sé bien que la voy a comprar el
segundo que salga a la venta). De la misma manera, el relato de Aliette de
Bodard, otro de su fascinante serie de Xuya, sobre un futuro donde existe una
carrera armamentista en el espacio entre el imperio Maya y el Chino, me dejó
algo que desear. Es una secuela de su reciente novela corta “On a Red Station,
Drifting”, que es tan bueno que quizá la comparación le afectó negativamente. Aquí les dejo el link del relato, disponible de nuevo
en la revista Subterranean (el mismo
número, de hecho) para que puedan juzgar por ustedes mismos. A pesar de esto, todavía
no puedo creer que no exista una colección de todos los relatos de Xuya en inglés
(en España ya hicieron el suyo).
Paolo
Bacigalupi suele ser garantía segura
también, pero la verdad es que “Shooting the Apocalypse” continua la tendencia
negativa. No es malo, simplemente no te asombra como Bacigalupi siempre lo hace.
“Vladimir Chong Chooses to Die”, de Lavie Tidhar, pertenece a su larga serie
sobre la Central Station, en una Tel Aviv del futuro, otra serie que me
encanta, pero tampoco es una de las mejores entregas. Me da gusto ver que todavía
siguen encontrando relatos nuevos del desaparecido Jay Lake (aunque con toda
seguridad “West to East” debe
ser el último, ahora sí), pero esta breve viñeta difícilmente representa lo
bueno que era Lake. Peor aún, hay relatos tan similares entre sí (como “Slipping”
de Lauren Beukes y “God Decay” de Rich Larson, sobre aumentos cibernéticos y
hasta genéticos para atletas del futuro) que hasta me pregunto si Dozois no
tuvo ayuda a la hora de editar y faltó un poco de coordinación al final. El de “Passage of Earth” de Michael Swanwick
lo recuerdo bien (la autopsia de un alienígena) de un numero de Clarkesworld. Una buena idea que por
desgracia no acaba yendo a ninguna parte. Aquí está el link. Por otra parte, la semana pasada mencioné lo mucho que me gustó la simple y
elegante solución a la Paradoja de Fermi que ofrece Kim Stanley Robinson en AURORA. En “Thing & Sick” el
siempre bizarro Adam Roberts ofrece una mejor (bastante fumada, por supuesto).
Y ya que estamos en eso, “Amicae Eternum” de Ellen Klages, sacado de REACH FOR INFINITY, la maravillosa antología
que contribuye varios relatos este año, sirve como excelente contrapunto a la
novela de Robinson. (Mientras que “Jubilee” de Karl Schroeder es todo lo contrario a AURORA, de hecho lo contrario a todas las historias de naves
generacionales que me ha tocado leer. Brillante premisa. Aquí está el link)
Antes
de que vayan a pensar que el libro es terrible, pasemos ahora a las partes
buenas, que por fortuna son muy
buenas. Ken Liu nos ofrece “The Regular”, quizá mi favorito este año (y el otro
cuento de Liu, sobre un mundo donde los zeppelines nunca desaparecieron, es
precioso. Aquí les dejo el link, de la revista Clarkesworld), mientras que “The Colonel”
de Peter Watts no solo es simplemente magnifico sino que hasta funciona como
una especie de secuela de su BLINDSIGHT.
Aquí está el link. Greg Egan, por su parte, con
“Shadow Flock”, vuelve a alcanzar las alturas de aquellos primeros cuentos de
la década de los 90s, donde criminales utilizaban las más alucinantes nuevas
tecnologías como “TAP”, o “Míster Volition”. Alastair Reynolds no se queda
atrás con “In Babelsberg”, otro excelente relato de REACH FOR INFINITY, lleno de ideas locas como una de esas historias
desquiciadas de 2000 AD (una de las
que escribe Simon Spurrier quizá, o Al Ewing). Elizabeth Bear nos ofrece “The
Hand is Quicker”, una muy ingeniosa versión moderna del clásico “To See the
Invisible Man” de Silverberg (aunque curiosamente recuerdo que ella menciona en
otro libro que se inspiró en “Sailing to Byzantium”, también de Silverberg). La
oferta de tantos cuentos cortos le permite además a Dozois presentar relatos de
fuentes bastante obscuras que normalmente no veríamos como “White Curtain” del
escritor ruso Pavel Amnuel traducido por Anatoly Belilovsky. Como ya dije, hubo
muy pocas novelas cortas en este volumen, pero las que hay son de una calidad
bastante superior. “The Man Who Sold the Moon”
de Cory Doctorow, “Grand Jeté” de Rachel Swirsky, y “Yesterday’s Kin” de Nancy
Kress. Aquí les dejo el link del de Rachel Swirsky.
En
resumen, aun cuando no fue mi volumen favorito de Dozois, la serie sigue
manteniendo un nivel muy alto, con varios relatos sorprendentes que no deben perderse, y en mi opinión continúa siendo lectura obligada para todos los verdaderos aficionados
de ciencia-ficción.
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