Aprovechando que hemos sobrevivido a otro año más,
esta entrega de Póker de Comics está dedicada a lo mejor del 2015. El año fue
tan singularmente bueno en cuestión de material de lectura que realizar esta
breve lista no fue tan sencillo. Aun haciendo trampa (como en la entrega
anterior), y usando un comodín, no alcanzaría para incluir todos los comics que
valieron la pena en estos últimos doce meses. Por lo tanto cada entrada
requiere de cierto espacio para justificar su inclusión. Así pues, no hay
tiempo, ni mucha necesidad, para una introducción demasiado larga. Sin más, pasemos a la mano ganadora de esta ocasión:
GOTHAM
ACADEMY (DC Comics) Se siente extraño decirlo pero los dos
mejores comics de Batman hoy por hoy son dos series donde Batman no aparece: Batgirl y Gotham Academy. Muy calladamente, ambas series han iniciado una
pequeña revolución. Todo inició el mismo mes de octubre del 2014, con la
aparición de una nueva serie (una de tantas) en el universo de Batman llamada Gotham Academy, escrito por Becky
Cloonan y un autor nuevo de nombre Brenden Fletcher, y con el numero #35 de Batgirl, escrito por el mismo Fletcher y
Cameron Stewart. Nuevas series que intentan conceptos nuevos son el pan de cada
día en la línea de Batman y la mayoría son canceladas al término de un año.
Aquí ocurrió algo distinto. La idea tan innovadora que intentaron en esta
ocasión fue… intentar apelar a las jóvenes adolescentes como posibles lectoras.
La verdad es que aun cuando las Dos Grandes intentan diversificar sus series a
otros géneros (westerns, policiacas, fantasía, ciencia-ficción, etc.) lo hacen
con los lectores masculinos en mente. Por el contrario, en Gotham Academy los protagonistas son muchachas que se la pasan con
los ojos clavados en su celular, mandando mensajes de texto a sus pocos amigos,
revisando obsesivamente sus redes sociales y hasta utilizando apps para
resolver crímenes. Es decir, un claro intento por expandir el público lector
más allá de los mismos treintañeros (y más viejos) de siempre. Los resultados
no se hicieron esperar en cuestión de críticas y sobre todo en niveles de
ventas. Por supuesto, Marvel se apuró por seguirles los pasos con Ms. Marvel y Spider-Woman (donde Jessica Drew abandona el uniforme ceñido de los
últimos 30 años por uno más práctico, igual que Batgirl, y sus pechos dejan de
parecer balones de basketball) y hasta cierto punto con Spider-Gwen. Esto les podrá parecer como que las Dos Grandes acaban
de descubrir el hilo negro, considerando lo importante que es el mercado Young
Adult para las editoriales de prosa en la actualidad, pero por desgracia los
comics muchas veces van atrás de la curva. Gotham
Academy ha resultado un éxito no solo para el target demográfico que se
esperaba sino para lectores de todas las edades, en realidad (de la misma
manera que la serie animada de Batman de Bruce Timm y Paul Dini lo logró hace
25 años). Ayuda mucho que, al estar en su propio rincón del universo DC, los
autores no tienen que preocuparse demasiado por la continuidad del resto de la
línea y por lo tanto son libres de contar las historias que les plazcan. El
lector puede ver cuando los mismos autores están entusiasmados por su trabajo y
responder de la misma manera. Si tienen hijas, o aun si no pero desean regresar
al mundo de Batman, no existe una mejor opción el día de hoy.
RAGNAROK
(IDW) Uno de los periodos más gloriosos en la historia del comic de Thor, quizá
inclusive aún mejor que los míticos (no
pun intended) días de Stan Lee & Jack Kirby de los 60s, fue cuando Walt
Simonson se hizo cargo de la serie en la década de los 80s. De la noche a la
mañana transformó al comic usando elementos de verdadera mitología nórdica, y
mezclándolo con su tan particular estilo de dibujo. Esos épicos cuatro años
siguen en los recuerdos de la mayoría de los lectores hasta el presente. Todo
lo que ha hecho Simonson desde entonces se ha medido y comparado, justamente o
no, con esos 46 números de hace 30 años. Si ahora le añaden que en el 2014
Simonson anunció que su nuevo comic se iba a llamar Ragnarok, ya se podrán imaginar las expectativas imposibles que se
generaron. Por fortuna, a pesar de todo esto, Ragnarok no decepciona. Desde la primera página hasta la última, la
historia esta empapada en gloria, grandeza y mito de una manera que ni The Mighty Thor podía serlo. A pesar del
título, no se trata de un recuento del famoso fin de los dioses (eso ocupa tan
solo las primeras páginas del primer número) sino de lo que ocurre después. Un
mundo donde Asgard y todos sus dioses y héroes han muerto, vencidos al fin en
el campo de batalla en la Última Gran Guerra. En este universo desolado y sin
esperanza, una asesina acepta una comisión para matar a un campeón que murió
hace mucho, mucho tiempo. Simonson es uno de los pocos dibujantes que se pueden
comparar al mismísimo rey Kirby (no por nada su serie de Orion de los 90s es quizá la única que usa personajes del Cuarto
Mundo de Kirby que ha sido aceptada con cariño por los lectores). Cada página
es una explosión de acción. Lo que a primera vista parecería caótico está en
realidad coreografiado con la precisión de un maestro narrador. Los viejos
trucos de extraños ángulos de cámara y hasta de efectos de sonido, tan
familiares para los lectores veteranos de Simonson, están presentes así como
una plétora de nuevas técnicas. Los que hemos seguido la carrera de Simonson
conocemos de sobra su habilidad para ilustrar lo fastuoso y majestuoso, pero
hasta a mí me alegra descubrir que Simonson a sus 70s años es capaz de seguir
innovando. Por si nada de esto los ha logrado convencer, el comic incluye a un
Thor zombie. Un cadáver viviente sin mandíbula, pero con su martillo, en una
última misión suicida. En serio, ¿qué más le piden a la vida?
THE
FADE OUT (Image) ¿Acaso
alguien puede discutir que los mejores comics de crimen de la última década nos
han llegado de la mano de Ed Brubaker & Sean Phillips, los maestros del noir grafico? Su nueva serie, The Fade Out, situada en el Hollywood de
1948, (es decir, cuando el letrero en la colina todavía decía “Hollywoodland”)
fue su obra de este año y para cuando estén leyendo esta edición de Supersonic habrá ya salido el último
número. La elección del local era inevitable y en efecto ha resultado muy
afortunada. Los Ángeles es la ciudad del noir por excelencia, no Nueva York como muchos piensan, desde los
días de Chandler hasta el día presente con las novelas de Ellroy; la ciudad
donde el homicidio de la Dalia Negra se convirtió en mitología. Desde siempre,
el corazón obscuro de esta urbe ha sido Hollywood la decadente, nido de mil y
una historias de corrupción y abuso de poder. Solo hay que leer libros como Hollywood Babylon de Kenneth Anger para
conocer lo que en realidad ocurre detrás del glamour. (Hay que aclarar que
aunque el libro no es ficción supuestamente, exagera tanto la verdad que para
propósitos prácticos lo es). En
efecto, en The Fade Out no van a
encontrar a gángsters y policías sino algo peor, a estrellas de la Edad de Oro
del Cine. El protagonista no es un detective sino un escritor de
películas, casi sacado de Sunset
Boulevard o, si prefieren una referencia quizá más exacta, de In a
Lonely Place de Bogart, que despierta de su última borrachera para
encontrar en la habitación de al lado el cadáver de una joven que estaba en
camino de convertirse la siguiente gran actriz. Antes que pueda hacer nada al
respecto, el crimen ha sido encubierto. La policía de LA está en el bolsillo de
los grandes estudios y nadie quiere saber nada. Nuestro protagonista, como buen
personaje noir, está satisfecho con
esto. Se siente culpable, pero tampoco quiere problemas. Por desgracia el mejor
amigo del escritor (vetado de los estudios por su pasado comunista) quiere
venganza e intenta chantajear a los dueños del estudio. Más y más secretos
saldrán a la luz, hasta terminar en catástrofe para todos los involucrados… Sin pretender ser tan ambiciosa como su
legendaria Criminal (más bien una
serie de mini-series, cada una contando una historia con elenco diferente), me
atrevería a decir que el guion aquí es tan bueno como cualquiera en Criminal. Ciertamente superior a
la más reciente Fatale (que ya de por
sí era excelente, aunque la mezcla con tintes Lovecraftianos no siempre fue
perfecta)
STRAY
BULLETS: SUNSHINE
& ROSES (Image) En la década de los 90s mientras los comics de
superhéroes pasaban por uno de sus peores momentos, los comics de crimen se
volvieron a poner de moda gracias a los esfuerzos de autores independientes
como (la futura súper-estrella) Brian Bendis, Marc Andreyko, y sobre todo
series como Kane de Paul Grist y la
obra maestra conocida como Stray Bullets
de David Lapham. El comic rara vez salía mensualmente pero cuando un nuevo
número aparecía era noticia de primera plana para los lectores. Por una
variedad de razones, después de cuarenta inolvidables números, Stray Bullets dejó de salir a finales
del 2005 (a mitad de uno de los cliffhangers
más famosos en la historia de los comics). Cuando ya todos lo habíamos dado por
perdido, en el 2014 Lapham anunció que regresaba a trabajar en Stray Bullets, ahora a través de Image.
Primero con el famoso numero #41, la conclusión del arco de hace diez años, y
luego con la mini-serie The Killers en
el 2014, y este año con Sunshine &
Roses. Esos son tan solo los nombres de cada arco. Esencialmente es la
misma serie de siempre y ahora vamos en el #58. Igual que antes, cada número es
una historia completa con un principio y un final, pero que funcionan además
como capítulos en una novela. Cada arco/novela además funciona como un eslabón
más de una mega-novela. No necesitan haber leído los 41 números de la serie
original para entender esta nueva versión (aunque la van a disfrutar más). De
nuevo, cada historia y cada arco, son auto-contenidos. Es envidiable la
habilidad de Lapham para lograr esto mes tras mes, solo comparable con lo del
maestro Stan Sakai, una fuente inagotable de historias, en el legendario Usagi Yojimbo. Habiendo dicho eso, la
experiencia se va enriquecer mucho si hacen el esfuerzo de buscar los
originales. De cualquier manera, Image ha vuelto a sacar los recopilados
originales o sea que se consiguen muy fácil. Como la narración no es lineal, la
historia va saltando en el tiempo ida y vuelta de fines de los 70s a principios
de los 90s, se pueden leer en el orden que ustedes prefieran para aun mayor
comodidad. Como lector desde el principio de Stray Bullets, les puedo decir que con el paso de los años todos
estos personajes, desde prostitutas y drogadictos hasta matones y estafadores,
pedófilos y traidores, se han vuelto casi entrañables y sus peripecias algo
importante para mí. He lamentado la muerte de más uno de ellos, aunque como
Lapham constantemente se salta en el tiempo que un personaje muera no quiere
decir que ya no lo volveremos a ver. Imaginen al personaje de Travolta en Pulp Fiction después de que muere y
cuando lo volvemos a ver tan solo unos minutos después. Una de las pocas
verdaderas obras maestras del género.
ZERO
(Image) Esta experimental serie en realidad inició en el 2014 pero terminó
triunfalmente hace unos pocos meses. Al principio parecía tan solo la historia
de un agente secreto que una misteriosa organización del gobierno mandaba a
hacer los trabajos sucios que nadie más podía, o quería, hacer. Guiones llenos
de tensión y violencia, bastante buenos, pero que en ningún momento parecían
estar reinventando la rueda. Entonces salió el número #4 que lo cambió todo, y
de repente para el final del siguiente número ya nos encontrábamos a mitad de
un alucinógeno comic de ciencia-ficción. (En el número #10 hay un momento
verdaderamente digno del maestro PKD). El checo Ales Kot es todavía muy joven,
apenas 28 años y menos de cuatro escribiendo comics, pero desde el principio ha
intentado empujar al medio para ver hasta donde se puede estirar. Inclusive con
series para las Dos Grandes como The
Winter Soldier para Marvel se nota la ambición, añadiendo elementos de
filosofía y ciencia de vanguardia, espolvoreados siempre con referencias
literarias obscuras, a tramas que se suponen son simplemente de superhéroes.
Soy el primero en admitir que no todos sus experimentos han funcionado, pero yo
por lo menos aprecio el intento con cada nuevo proyecto. En el caso de Zero cada número cuenta con un dibujante
diferente, desde gente más conocida como Michael Gaydos, Alberto Ponticelli, y
Tradd Moore, hasta artistas cuyo trabajo le será poco familiar a la mayoría (a
menos que nombres como Stathis Tsemberlidis o Marek Oleksicki les sean
conocidos). Zero es verdaderamente
uno de esos comics raros donde uno no sabe qué esperar a continuación. Ha
habido números que fueron en esencia una sola pelea larguísima, brutal
violencia sin cuartel ni tregua que te deja al final sin respiración, seguidos
el mes siguiente por otro donde William Burroughs y Allen Ginsberg se apoderan
de la narración y recuerdan más bien el último volumen de The Invisibles de Morrison. Desde largas secuencias sin dialogo, no
necesariamente de acción, siempre desde distintos ángulos logrando un efecto
muy cinematográfico, hasta meditaciones y verborreas sobre la naturaleza de la
realidad. Es una experiencia que debe leerse de primera mano para poder
disfrutarla.
El artículo ya se extendió demasiado pero lo cierto
es que pude haber mencionado más títulos. Como ya platiqué el número anterior,
es una muy buena época para ser lector de comics. Por ejemplo, Providence del maestro Alan Moore ha
resultado toda una verdadera revelación (aunque creo que es obvio que se lee
mejor de golpe y no en entregas mensuales), mientras que Chuck Palahniuk
sorprendió a todos escribiendo la secuela oficial de su famosa novela Fight Club en forma de una mini-serie de
10 números para Dark Horse (ojo, es secuela de la novela y no de la película de
Fincher). Kieron Gillen regresó para una última entrega de Phonogram con la mini-serie The
Immaterial Girl, y si crecieron en los años 80s y recuerdan con cariño la
música de esa década de ninguna manera se pueden perder ese comic. Wolf, del mismo Ales Kot que aparece
arriba, es quizá el mejor comic de Warren Ellis no escrito por Warren Ellis. Southern Bastards, por supuesto,
continúa siendo una joya del rural noir.
También habría que mencionar a varios de los títulos que se discutieron en el
artículo anterior (y que por eso mismo ya no repetí en esta ocasión) como Ody-C, Nameless y Black Science.
A Starve de Brian Wood y Danijel
Zezelj apenas y lo pude mencionar en ese entonces pero resultó tener un gran
año también. Así que pónganse a ahorrar porque hay muchísimo material que
comprar.
¡Feliz año nuevo a
todos!
Feliz año nuevo Armando, ya estoy buscando ZERO, no importa que tenga que hacer trampa.
ResponderEliminarUsted haga trampa, ingeniero. Para eso estamos vivos.
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