Durante
muchos años las antologías de lo Mejor del Año en la Ciencia-Ficción eran un
recurso muy útil para mantenerse al corriente con lo que se escribía en el
género. Nadie tiene el tiempo para leer todos los relatos y aunque lo tuvieras
simplemente son demasiados. Por más de 20 años existían la antología editada
por Gardner Dozois y la del venerable David G. Hartwell. Muy sencillo. Tan solo
había que leer ambos libros y uno podía presumir que por lo menos estaba
enterado de lo que ocurría en la CF en la actualidad. Tan populares eran estos
volúmenes anuales, sin embargo, que en tiempos recientes (quizá inevitable) han
surgido más y más libros que nos ofrecen “lo Mejor del Año”. De hecho, el
número ha crecido de tal manera que aun si únicamente te preocupas por leer
este tipo de antologías y nada más, ya se ha vuelto actividad de tiempo
completo. Esto ocurre aun con la desaparición de la serie de Hartwell, tras el
lamentable fallecimiento de su querido editor. Aparte de la de Dozois, que se
sigue manteniendo en la cima (sobre todo por su extensa introducción y su
tamaño), existe la de Jonathan Strahan, la de Rich Horton, y, no conforme, este
año aparece una nueva editada por Neil Clarke, cuyo estupendo trabajo en la revista Clarkesworld en tiempos recientes hizo de este libro una
lectura obligada. (Y no olvidemos el volumen dedicado a las Mejores Novelas
Cortas del Año, editado por Paula Guran). Lo sorprendente es que aunque algunos
relatos se repiten en una u otra antología, la mayoría son exclusivos de cada
libro. Esto es una muestra de lo rico que es el campo de la ficción corta en la
CF hoy en día. Como todos los años, me enfoco en la de Dozois, mi favorita,
pero al mismo tiempo es imposible no hacer comparaciones con las demás donde es
apropiado.
El
brillante Ian McDonald inicia la antología de Dozois por segundo año
consecutivo con “The Falls: A Luna Story” que, como su título nos indica,
pertenece al mismo universo de su monumental novela LUNA del año pasado, y que además recuerdo fue uno de mis relatos
favoritos de MEETING INFINITY
editada por Strahan (mi antología favorita del 2015). En efecto, varios de los
mejores cuentos aquí presentes provienen del libro de Strahan, como es el caso
de “Emergence” de Gwyneth Jones, y “Rates of Change” de James S. A. Corey.
McDonald es uno de los tres autores que participan con dos relatos y su
“Botanica Veneris: Thirteen Papercuts by Ida Countess Rathaghan” es quizá aún
mejor que el primero. De hecho, este relato aparece en todas las antologías de lo Mejor del Año. Lectores de mi reseña de OLD VENUS el año pasado recordaran que
resultó mi cuento favorito de aquel volumen. (El otro relato proveniente de OLD VENUS es “Planet of Fear” de Paul
McCauley, que logra combinar con mucha eficacia esa sensibilidad pulp de la
vieja escuela con las ciencias biológicas más rigurosas, pero que me parece
está un escalón abajo en términos de calidad). Aliette de Bodard es otra
persona que se ha vuelto una presencia constante en estas antologías y también nos
ofrece dos relatos (aún más asombroso, aparece en la antología de Clarke con un
tercer relato). Los dos en este libro
pertenecen a su largo ciclo de Xuya, sobre un futuro donde los aztecas y el
imperio chino compiten por la supremacía en el espacio. El segundo y más largo,
“The Citadel of Weeping Pearls” (también incluido en la antología de novelas
cortas de Guran) es una verdadera epopeya, aunque el primero, “Three Cups of
Grief, by Starlight”, mucho más íntimo y personal, me acabó gustando más.
Lo
mejor del libro de Dozois, sin embargo, no viene de ninguno de los sospechosos
comunes. Mi favorito es quizá “It Takes More Muscles to Frown” de Ned Beauman,
un nombre que quizá no les sea tan familiar a los lectores de CF, pero cuyas
primeras dos novelas, la excéntrica BOXER,
BEETLE y sobre todo THE
TELEPORTATION ACCIDENT son obras maestras de la literatura Weird. Igual de
bueno es el cuento corto “Billy Tumult” del desquiciado Nick Harkaway. De la
misma manera que Joe Hill se ha labrado su propio nombre alejado de la fama de
su padre Stephen King, Harkaway poco a poco ha logrado separarse del resplandor
de su padre John LeCarré. Soy fan incondicional de sus primeras dos novelas THE GONE-AWAY WORLD y ANGELMAKER. Mas al punto, recuerdo que
este es prácticamente el único relato que me gustó de STORIES FOR CHIP, esa antología tributo a Delany que sacaron el año
pasado. El cuento funciona porque Harkaway no está intentando imitar la voz de
Delany sino que si han leído sus novelas ya saben que es la suya propia. Como
Bradbury en esteroides. En el otro relato que Dozois saca del tributo a Delany,
“Capitalism in the 22nd Century or A.I.R.” de Geoff Ryman, la voz se oye más
forzada, mas artificial, en mi opinión. (Habiendo dicho eso debo mencionar que
mi opinión es minoría ya que el relato de Ryman viene incluido en todas las
antologías del año, aunque si me preguntan es debido a que el nombre de Ryman
pesa más que el de Harkaway. Por lo menos hasta ahora). “The Daughters of John
Demetrius” de Joe Pitkin, un autor que me es desconocido, es otra muy agradable
sorpresa, logrando evocar esos cuentos pirotécnicos que Zelazny escribía en los
60s (o los que Swanwick producía en los 90s, si prefieren un ejemplo más reciente).
Sigo asombrado que salió en ANALOG.
También viene en el volumen de Horton.
Otro
relato que me encantó es “The Astrakhan, the Homburg, and the Red Coat” de Chaz
Brenchley, que ocurre en ese mismo Marte steampunk de su cuento del año pasado
“The Burial of Sir John Mawe at Cassini”. Tuve el gusto de conocer a Brenchley
en persona hace apenas unos meses y puedo reportar que es uno de esos casos
raros donde el autor es tan agradable como su trabajo. Un autor que conozco
gracias a las antologías de Dozois es Indrapramit Das (cuyo “Weep for a Day”
hace tres años me gustó mucho) y este año tampoco decepciona con “The Muses of
Shuyedan-18”. Kelly Robson es una escritora relativamente nueva que en muy poco
tiempo se ha vuelto garantía de calidad pero debo decir que “The Three Resurrections
of Jessica Churchill”, a pesar de demostrar la innovación típica de esta mujer,
no tan bueno como mi favorito de ella del 2015, “The Waters of Versailles” que
viene incluido en el volumen de Strahan (o inclusive que el relato que viene en
el de Clarke). Por el contrario, la contribución de Kelly Link, “The Game of
Smash and Discover”, me gustó mucho más que el que viene en el de Horton.
Algunos
buenos escritores decepcionan, como Paolo Bacigalupi y su “City of Ash”. Este
autor parece que solo puede hablar sobre un tema. Lo que parecía tan innovador
en THE WINDUP GIRL empieza a cansar (aunque a Strahan también le
gustó lo suficiente como para incluirlo en su volumen). Es curioso que John
Barnes inició su carrera en los 90s como clon de Heinlein porque su “Silence
Like Diamonds” parecería más bien un intento de imitar a Sterling. La imitación
es de hecho muy buena y vale la pena leerlo pero me preocupa que parece que
Barnes nunca desarrolló su propia voz.
La
enorme cantidad de cuentos cortos que se producen cada año queda demostrada en
el hecho que aun con todas estas antologías varios relatos sobresalientes se
quedaron ausentes. Por ejemplo la novela corta de Greg Egan, “The Four
Thousand, the Eight Hundred”, que salió en ASIMOV’S
y que por razones de derechos no aparece en ninguna parte (lo cual es una
lástima ya que en mi opinión es la mejor novela corta de CF dura del año). Lo mismo
ocurre con “Slow Bullets” de Alastair Reynolds, así como con varios cuentos más
cortos de China Miéville que solo se pueden leer en su colección THREE MOMENTS OF AN EXPLOSION. Otro
relato muy corto que me extrañó que no viniera incluido en el volumen de Dozois
fue “Cat Pictures, Please” de Naomi Kritzer, sobre todo cuando resultó tan
popular a la hora de las premiaciones. Este último por lo menos sí aparece en
la de Horton y la de Clarke, o sea que el argumento por la existencia de más antologías anuales parece sólido.
¿Ya mencioné que también leo las antologías de Lo Mejor del Horror que edita
Ellen Datlow todos los años? Lo hago sobre todo para poder leer lo mejor de la
literatura Weird (que por alguna razón muchas veces la agrupan con Horror).
Desde el año pasado, sin embargo, ya existe además una antología dedicada
exclusivamente a lo Mejor del Año en la literatura Weird. En fin… La solución más
simple quizá consista en conseguir un segundo empleo y trabajar las 24 horas al
día para poder mantener este vicio, porque aun leyendo todas estas antologías
uno apenas y logra mojarse los dedos de los pies en el océano de ficción corta.
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