No
tienen idea del gusto que me da que hoy en día DOCTOR WHO sea un verdadero fenómeno social a nivel internacional y
todo el mundo conoce al personaje, e inclusive que más de la mitad de los
seguidores sea público femenino. Esto no siempre fue el caso, sin embargo, y temo que mucha
gente lo haya olvidado. Los días más obscuros
ocurrieron cuando cancelaron la serie original en 1989, después de 26 años al
aire, y parecía que no iba a regresar jamás. El fin de una era. Hay que mencionar
que aun cuando la transmitían cada semana nunca gozó de la popularidad actual,
por lo menos no en México. Todos sabían de STAR
TREK y STAR WARS pero DW parecía reservado a un grupo muy
contado de seguidores. Fans que de repente se habían quedado sin su dosis
semanal. Todo esto cambió en 1991 cuando Virgin inició su serie de novelas de
Doctor Who.
Desde
siempre habían existido las novelizaciones
de historias que habían salido al aire, libros escritos con un estilo muy burdo
y simplón, casi como si para niños pequeños. La nueva iniciativa de Virgin pretendía ser algo distinto.
Historias nuevas escritas para un público más sofisticado que había crecido con
el programa a lo largo de los años y ya no eran niños. Usualmente hay un
estigma asociado con novelas sobre franquicias de televisión o de cine. La
percepción más común es que no son muy buenas, punto. El otro defecto que le
ven algunos fans es que “no son canon”, es decir, no son parte de la
continuidad oficial. Es fan-fiction. La primera critica es, por desgracia, muy
cierta. De los cientos y cientos de novelas escritas en el universo de STAR TREK, por agarrar un ejemplo al
azar, me consta (habiendo leído apenas un manojo) que, salvo contadas
excepciones, la gran mayoría son bastante mediocres. Aceptables en el mejor de
los casos, pero olvidables aun entonces. No les voy a decir que las novelas de
DW son diferentes. Hay muchas que no tienen ningún mérito. Olviden merito
literario, ni siquiera son entretenidas. Pero lo que si les puedo decir es que
también hay un sorprendente número de novelas bastante buenas. Por supuesto
esto no es debido a que DW sea mejor que ST (antes de que me empiecen a
gritar). Las razones quizá se deban a que en los 90s la franquicia de ST tenía
varias series de televisión, bastante bien escritas (en general) mientras que
DW no tenía ninguna otra forma de desahogo más que los libros de Virgin. Quizá
sencillamente los escritores de DW estaban más desesperados.
Estos
escritores no eran profesionales sino viejos fans de la serie que habían
empezado a publicar artículos en la DOCTOR
WHO MAGAZINE. Algunos eran guionistas de la serie de televisión.
Sorprendentemente muchas de las mejores novelas salieron del primer grupo. En
todo caso, lo único que tenían en común era su entusiasmo y cariño honesto por
el personaje. Había dos líneas: la de New Adventures, que lidiaba con las
aventuras del Séptimo Doctor (donde se había quedado la serie original en el
momento de la cancelación) y las Missing Adventures, que trataban sobre
historias “perdidas” de los primeros seis Doctores. En la parte de atrás de las
MA decía dónde exactamente ocurría esa aventura en particular (entre cuál y
cuál historia de la serie de TV). Es decir, era un producto de ñoños para ñoños
que nos divertíamos discutiendo por qué ocurría ahí. Era en las NA, sin embargo, que lo más emocionante ocurría. Si
son ancianos como un servidor, quizá recuerden que el Séptimo Doctor, interpretado por Sylvester McCoy, después de
un inicio incierto, se había convertido poco a poco en un personaje
bastante obscuro. Ya no el sonriente Tom Baker, tan lleno de energía frenética en
cada escena, ni el amable Peter Davison (tan bonachón que a veces pecaba de
ineficiente), el Séptimo Doctor era un maestro del ajedrez, calculador,
manipulador. Solo hasta el final de la historia (como en la inolvidable “Remembrance
of the Daleks”) se daba uno cuenta que él lo había planeado todo de antemano
para destruir a sus enemigos. Esa fue la gran
tragedia de la cancelación de 1989, que interrumpieron el desarrollo de
un personaje fascinante a la mitad. La calidad de los guiones en esa última
temporada, además, fue de un nivel altísimo, como la experimental “Ghost Light”
o “Curse of Fenric”. Muchos de los escritores de las NA intentaron continuar
este tipo de ambiciosas narraciones en sus novelas. Desde el principio las
novelas se inclinaron por una ciencia-ficción más sofisticada y temas que habían
sido considerados demasiado adultos para la serie de televisión. Más de un lector se quejó por el nivel de
violencia y sexo y groserías presentes en los libros. El Séptimo Doctor de las
NA fue llevado hasta sus últimas posibles consecuencias, sacrificando a sus
Companions por un bien mayor (como en LOVE
& WAR de un entonces desconocido Paul Cornell) y sus historias tenían finales
moralmente ambiguos. Novelas como SANCTUARY de David McIntee y HUMAN NATURE de Cornell (que el mismo Cornell adaptaría para la nueva serie de televisión en 2008 en uno de los dobles episodios más recordados) demostraban la enorme ambición de Virgin. Y así fue que inició la gran controversia…
Existía
un grupo de fans que argumentaban que los libros ya no se parecían a su amada
serie de TV. Esto no era la continuación de DW sino las historias (buenas o malas)
de otro personaje completamente diferente. Este grupo acabó recibiendo el apodo
de “Trads” por tradicionalistas. Había un segundo grupo que apoyaban con mucho
entusiasmo lo que Virgin pretendía. Qué caso tenia, era su argumento, que en un
libro donde no hay problemas de modestos presupuestos y los efectos especiales están
limitados tan solo por la imaginación del autor y el lector, el intentar
reproducir una historia donde una invasión consiste en tres actores en disfraces
en vez de armadas espaciales sin número. La serie no se podía quedar atorada, el personaje
y su universo debían crecer. A este grupo se les llamó los “Rads”, por
radicales. El pleito se extendió a una interminable serie de discusiones en un
naciente medio llamado “el internet” en los primeros message boards. Esta división
de opinión entre los Trads y los Rads no se limitaba a los lectores. Muchos de
los escritores tenían la misma preocupación (de nuevo, hay que recordar que
iniciaron como fans). La solución de Virgin fue simplemente Salomónica, y
ofrecieron ambos tipos de historias
al público. Por razones obvias, las MA (que lidiaban con Doctores del pasado)
son las que más se prestaban para historias tradicionales. Ejemplos excelentes
son THE ROMANCE OF CRIME o THE WELL-MANNERED WAR, ambas de Gareth
Roberts (que logra reproducir a la perfección los años del productor Graham
Williams de fines de los 70s, que remplazó las historias de miedo de Philip
Hinchcliffe y Robert Holmes con las de escritores nuevos como un muy joven Douglas Adams, que se
inclinaban más por el humor. Los diálogos entre el Cuarto Doctor y Romana, en
particular, verdaderamente evocan el “show de Tom y Lalla” de esos años). Al mismo
tiempo hubo varios MA bastante ambiciosos, el tipo de historia que jamás habríamos
visto en la televisión, como por ejemplo DANCING
THE CODE y VENUSIAN LULLABY,
ambas de Paul Leonard, THE EMPIRE OF
GLASS de Andy Lane o THE MAN IN THE
VELVET MASK, del siempre impredecible Daniel O´Mahony, donde el Primer
Doctor conoce al Marqués de Sade. Cada quien puede juzgar como mejor le parezca
y tiene derecho a su propia opinión que es tan válida como la mía, por supuesto.
Personalmente yo siempre estuve del lado de los Rads.
Como
pueden ver existía un aspecto no muy sofisticado en las portadas, casi como si
fueran producciones de aficionados (que, en cierta forma, es exactamente lo que
eran). Virgin mantuvo ese look desde el principio intencionalmente. Era evidente
que estas novelas, para bien o para mal, eran hechas por fans para fans y no había
razón para ocultarlo. En efecto, esto ayudó mucho a la hora de las ventas y no
dudo que sea gran parte de la razón por la que hasta el día de hoy las novelas de DW
de Virgin son recordadas con cariño por muchos de nosotros. Y entonces llegó la
campanada de muerte…
Con
la aparición de la DOCTOR WHO: THE MOVIE en 1996 todo cambió. Parecía que el Doctor
por fin regresaba, ahora con una octava encarnación interpretada por Paul McGann.
El mismo Sylvester McCoy aparece en la película, en una melancólica escena
obviamente influenciada por el personaje de las novelas, tocando el piano en su
Tardis mientras espera su inminente muerte en la soledad donde todas sus
manipulaciones lo han conducido. La película se vendió como un posible piloto
para una nueva serie, ahora con capital norteamericano. Por tal razón la BBC decidió
cancelar la licencia de Virgin y empezar a publicar sus propias novelas ahora
con el Octavo Doctor como estandarte. Después de 61 New Adventures y 33 Missing Adventures, Virgin nos decía adiós. Era el fin de otra era.
CONTINUARA...
Una magnífica serie. Espero más entregas de tos postales. ¿Recurdas todo el material de Blue Peter? ¿Los concursos de monstruos de Doctor Who?
ResponderEliminar¡Saludos!
BLUE PETER es un programa que *jamás* ha salido en México. Por eso lo poco que he visto del mismo ha sido gracias a DOCTOR WHO...
EliminarInteresante entrega de postal. Nunca he visto más allá de un par de episodios sueltos de DW (deshonra sobre mi vaca) pero Netflix, el relato de Gaiman Las nada en punto que leí en su antología, y que allegados twitteros no me parecen de decir que me va a gustar hace que me vaya a poner con ella de una vez. Un abrazo^^
ResponderEliminarAbrazo, Daniel.
Eliminar(No necesitas ver TODOS los episodios desde el principio. Cada Doctor inicia su propia historia. Es decir, puedes empezar con los episodios de Tennant sin haber visto los de Eccleston, o empezar con Matt Smith sin haber visto los de Tennant. Por supuesto, lo ideal es que los veas por orden pero DW tiene esa ventaja que otras series no)