lunes, 7 de mayo de 2018

POKER DE COMICS #7

Cuando llegó la hora de escribir el articulo para el nuevo número de SuperSonic, y escoger una nueva mano de entre todas las barajas disponibles, ocurrió algo chistoso. Decir que lees comics de Image no es raro hoy en día. Yo mismo lo he hecho, en múltiples ocasiones, en este mismo foro. Pero al intentar seleccionar cuatro para la columna de esta ocasión descubrí que la mayoría no son solo publicados por Image, sino que además pertenecen al sello Skybound de Robert Kirkman. Skybound, por supuesto, empezó publicando las series de Kirkman, desde THE WALKING DEAD hasta INVINCIBLE y OUTCAST, pasando por trabajos menos conocidos como SUPER DINOSAUR. En algún momento, sin embargo, gracias a todo ese dinero de las series de televisión, Kirkman ofreció la oportunidad a otros creadores de publicar sus propios comics. Un Image dentro de Image, en cierta forma. Sin mucho trabajo, logré juntar cuatro fantásticos comics de entre todas las opciones de Skybound:


MANIFEST DESTINY escrito por Chris Dingess y dibujado por Matthew Roberts. Después de las series de Kirkman, este comic es el de más larga duración en Skybound, con casi cuarenta números publicados hasta ahora. Una crónica de la famosa expedición de Lewis & Clark a través del continente norteamericano a principios del siglo XIX, solo que quizá no exactamente como la recordamos de los libros de historia. El comic, el diario secreto de viaje del capitán Lewis (no el que entregó al congreso y que todos hemos leído), nos narra cómo, además de la misión “oficial” que les impuso el presidente Jefferson de explorar el territorio de Louisiana y establecer comercio con los nativos, existía un segundo motivo: el de exterminar a los monstruos que se encontraran en su camino para poder así cumplir la doctrina del destino manifiesto, que reza que los Estados Unidos eran una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta las del Pacífico. En efecto, desde el primer número nuestros intrépidos exploradores deben enfrentarse a una tribu de centauros comehombres… con cabeza de búfalo americano, seguidos de una plaga que convierte a todos los seres vivos en plantas, no tan pasivas como las de la reciente película de ANNIHILATION, y hasta al mítico Pie Grande. Lewis, igual que Darwin en el Beagle algunos años después (o el doctor Maturin de las novelas napoleónicas de Patrick O’Brian) debe catalogar a todas y cada una de estas nuevas especies, incluyendo las aves y plantas no homicidas, como buen naturalista. Aquí es donde el dibujo de Roberts sale a relucir. El comic, tanto el guion como el arte, tiene una estructura narrativa convencional, de progresión lineal y trazo limpio, lo que nos recuerda esas viejas series de aventuras clásicas de nuestra infancia. Sin pretender reinventar el hilo negro, simplemente es una historia muy entretenida y muy recomendada.


EXTREMITY escrito, dibujado y creado por Daniel Warren Johnson. En la publicidad previa a que saliera el primer número lo promovían, por alguna razón, como un “revenge comic”, que técnicamente supongo que lo es, en el mismo sentido que MOBY DICK es un libro “sobre una ballena”. Honestamente no me llamaba la atención si no fuera por el nombre de su creador, al que yo recordaba con cariño por su irreverente webcómic SPACE MULLET, recientemente recopilado por Dark Horse, un comic que como su nombre indica nunca se toma muy en serio, pero al mismo tiempo lleno de sentido de la maravilla, y EXTREMITY es igual. En un mundo post-apocalíptico, hibrido de ciencia ficción y fantasía (imaginen La Tierra Moribunda de Jack Vance), una joven muchacha dibujaba todo el tiempo y ya desde niña era reconocida como la mejor artista de su clan… hasta ese fatídico día que llega un tirano loco y mata a su madre y le roba el hogar de su familia, y ya solo por sadismo extra le amputa la mano derecha. La chica lo ha perdido todo, hasta su identidad misma. Ella era artista, y ahora es… nada. La muchacha y lo que queda de su familia no descansaran hasta equilibrar la balanza. A lo largo de estos doce números viajaremos de un extremo al otro de este mundo exótico, de criaturas extrañas y costumbres aun más peculiares, de islas voladoras que inexplicablemente flotan sobre las ruinas de las antiguas ciudades del hombre, donde todavía se pueden encontrar maravillas tecnológicas (¿ya mencioné al robot asesino?) que ya nadie sabe cómo usar o reparar. Uno a uno, número por número, van cazando a los responsables de esta tragedia, igual que, sí por qué no, la saga de THE DEMON PRINCES del mismo Vance. El dibujo de Johnson es una mezcla de caricatura y de línea sucia, ideal para las fenómenos de este mundo, así como sus aspectos apocalípticos más crudos. Al final del día, la descripción que más me gustó fue la del mismo Daniel Warren Johnson, que en una entrevista simplemente dijo “Studio Ghibli meets Mad Max”.


SLOTS escrito y dibujado por Dan Panosian, al que debo admitir yo recordaba solo como un entintador (y ocasional dibujante) bastante mediocre en los años 90s. Es obvio que su trabajo reciente en el campo de la publicidad comercial le ayudó mucho porque este comic es un verdadero salto cuántico de calidad. La historia inicia con un boxeador retirado, ya mayor de cincuenta y convertido en raterillo de poca monta, que regresa a Las Vegas para una última pelea y un plan descabellado para redimirse ante sus amigos y su familia. Un plan absurdo que de ninguna manera puede funcionar. Stanley Dance es un perdedor, y a pesar de lo que han visto en las películas de Hollywood, un perdedor nunca gana. ¿O sí? ¿Puede ganar si lo pierde todo? Stanley Dance, mal padre, mal esposo, alcohólico y mujeriego. Es decir, la clase de personaje con la que queremos convivir (¿quién rayos querría pasar una velada con un boy scout aburrido como Superman?). Todos conocemos a un Stanley Dance. O quizá somos Stanley Dance. Este es un comic que suda noir de cada poro. No es la ciudad de Las Vegas de OCEAN’S ELEVEN, de los casinos y las luces de neón, sino la versión original de la Ciudad del Pecado. El titulo mismo tiene un doble sentido. Si prefieren los finales felices y los superhéroes, quizá sea mejor que mantengan su distancia. De lo contrario, si disfrutan de personajes de moral ambigua, fracasados como si arrancados de una novela de David Goodis, de un humor negro como la pólvora, bienvenidos al obscuro mundo de SLOTS.


REDNECK escrito por Donny Cates y dibujado por Lisandro Estherrer, dos creadores que confieso no conocía con anterioridad (aunque acaba de iniciar otra serie llamada GOD COUNTRY del mismo escritor que también me está divirtiendo). En parte, supongo que ese es el atractivo del sello Skybound, y de Image en general. Descubrir nuevos creadores. REDNECK es una historia de vampiros, pero antes de que volteen la página asqueados, estamos hablando de vampiros diferentes a los que quizá conozcan. Vampiros que, como ya nos lo sugiere el título, no son los sofisticados y elegantes vampiros de Anne Rice (mucho menos esos impostores que brillan de la serie de TWILIGHT), sino lo que se conoce como white trash. Hillbillies. No son los más inteligentes ni los más educados, y dejémoslo así. Una familia de vampiros que viven en un pequeño rancho en Texas, alejados de la sociedad en general, y que sobreviven de la sangre de su propio ganado. Por desgracia, como en todas las familias, hay miembros más jóvenes (léase, más idiotas) que otros. No todos son capaces de controlar su adicción a la sangre como los más viejos. Un junkie es un junkie, al final del día (pun intended). A lo largo de la serie se nos va explicando la larga historia de la familia Bowman y los Landry. ¿Ya mencioné a los Landry? Otra familia, ésta de seres humanos normales, que ha jurado matar a todos los Bowman desde hace más de un siglo. En más de una manera, REDNECK nos recuerda el lamentablemente desaparecido AMERICAN VAMPIRE de Scott Snyder & Rafael Albuquerque, quizá con una pizca del SOUTHERN BASTARDS de Jason Aaron & Jason Latour (y que recientemente acabo de descubrir que en España la tradujeron como “Paletos cabrones” que recibe mi voto a Greatest Name Ever). La vida de tranquila soledad de la familia Bowman llega a su fin, para bien o para mal, al final del primer arco. Me gusta un comic que no tiene miedo de cambiar el status quo, aun cuando están tan bien construidos.

La verdad es que pude haber escogido otras series de Skybound. Sin pensarle mucho, se me ocurre GASOLINA de Sean Mackiewicz y Niko Walter, una historia de narcos en la frontera de México y los Estados Unidos con toques sobrenaturales, o la fantasía urbana de BIRTHRIGHT de Joshua Williamson y Andrei Bressan. Quizá hasta EVOLUTION (aunque hasta ahora el mayor atractivo ha sido el dibujo de Joe Infurnari). El mismo Kirkman acaba de iniciar una nueva serie llamada OBLIVION SONG que no empieza mal. El punto es que, igual que con Image, aquí hay algo para todos si tan solo se toman la molestia de buscarle.

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